lunes, 10 de noviembre de 2008

San Maximiliano Kolbe

Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios.
Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.
Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.
En la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.
Los nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban.
Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4...9...10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: "Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?".
En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: "Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre".
El oficial le responde: ¿Y por qué?
- Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita.
El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.
Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.
Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos.
En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: "Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos".
Esta historia es de admirar. Pero yo me pregunto, hoy en día estamos dispuestos a ya no dar la vida por lo demás porque recibiría un rotundo NO, pero ¿qué somos capaces de hacer por nuestro compañero? ¿Seríamos capaces de dar algo por alguien que no conocemos? ¿Hasta qué punto llega nuestra generosidad? ¿Qué somos capaces de ofrecer sin esperar recompensa? Y si somos los que recibimos, ¿somos agradecidos con esas personas? ¿Nos importa el valor de las cosas que recibimos?
Miles de preguntas que siempre me llevan al mismo sitio, estamos haciendo del mundo, uno de los peores lugares, la verdad es que no conozco otros sitios, pero mucho peores que este no creo que existan en el universo. Creo que si un extraterrestre viniera, podría irse muy muy asustado, es más, hay gente que afirma que ha visto naves y etc. ¿Por qué no se han dado a conocer entre nosotros? Eso es debido a que tienen miedo que nosotros hagamos del lugar feliz en el que ellos viven, un sitio difícil para la convivencia.
En resumen, ¿por qué somos de ésta manera? Quién sabrá los orígenes... Lo cierto es que si no nos preocupamos pronto, esto puede terminar muy mal... Es triste pero es la realidad.
Un saludo.